Edmundo Panay. Docente de Lengua y Literatura, periodista y escritor. Natal de Huánuco.Editor del poemario Canto a Hurian Huancho y El carnaval huanuqueño. Publicó junto a Pedro Lobatón A orillas de recuerdo.
Padre Jorge Álvarez. Fue ordenado sacerdote diocesano el 6 de enero de
1959, iniciando su trabajo en la comunidad cristiana del pueblo joven Tres Compuertas, S.J.L.Desde entonces
dedicó toda su vida pastoral a trabajar en las zonas pobres.
Luis Alberto Bocanegra. Artista plástico, nombre artístico Labogal. Natal de Tacabamba
(Chota-Cajamarca).
Walter León. Compositor y uno de los fundadores de la cumbia
costeña de la década de los 70´s.
Carlos Ramírez Centeno. Cantante, vocalista del grupo de cumbia peruana Centeno.
Manuelcha Prado. Compositor, guitarrista y trovador. Natal de
Lucanas-Ayacucho. Ha recibido apelativos como El saqra de la guitarra.
Teodoro Gamboa.Músico y maestro guitarrista. Natal de
Huamanga-Ayacucho.Aplica la clásica europea a la guitarra andina.
Indio Mayta: Cantante y músico de origen Cajamarquino. principal difusor de la música cajamarquina a nivel nacional e internacional, no solamente es un icono del canto vernácular del país, es un emprendedor luchador por la reivindicación del artista. Fue condecorado por la Municipalidad Distrital de San Juan de Lurigancho, por su aporte a la cultura y música del Perú.
Enrique Solari Swayne: Desde sus inicios estuvo ligado a su casa de estudio, logrando ocupar el cargo de vice presidente. En Lima, además de escritor se dedicó a la docencia universitaria en San Marcos.El año de 1956 publica “Collacocha”, obra representada en 1958 por la Asociación de Artistas Aficionados que bajo la dirección de Ricardo Roca Rey y con la interpretación protagónica de Luis Alvarez, fue uno de los más grandes éxitos del teatro peruano de hace unas décadas.
Transcripción inspiradora del autor a San Juan de Lurigancho:
“No es que no sintamos la brisa promisoria de los tiempos venideros. Deseamos que ellos traigan para todos justicia y dignidad. Aquí están nuestros brazos, para ello si hace falta. Pero ojalá que aquello que forma los encantos, la íntima sustancia de este valle, no tenga que morir en aras del futuro. Será que aquí aún persiste el alma de los huanchos, que fuera apacible, que viera, en lo humilde un halo de grandeza; el alma misteriosa de los antepasados que aquí tuvieron hijos, criaron sus ganados, alzaron sus viviendas, temieron a sus dioses, cumplieron su destino y fueron enterrados. Será, quizás, por eso, o por algo parecido, que, desde el chisporroteante concierto nocturno de los grillos, que azotan agoreras, las lechuzas al pasar, habla a mi corazón, todas las noches, una voz antigua y pura. Y habla y habla y habla de no sé qué destino codiciable, de no sé qué vaga promesa enamorada, que no entiende, de un vivir justificado en sencillos mandamientos, de un posible heroísmo sin corona de laurel. Te escucho, voz de la tierra, inmemorial, rocío para mi alma inesperada. Te escucho y te obedezco. Gracias, valle para mi tan venturoso, gente que te habita, cuya sola vecindad me enorgullece! (E. Solari 1971)”.
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